2.1. Introducción
En un mundo marcado por el cambio y la complejidad crecientes en todos los ámbitos, el aprendizaje deviene un factor crítico para el desarrollo personal, social y profesional de las personas.
Lo importante ya no es acumular conocimientos, sino adquirir la capacidad de actualizarlos de manera ágil, seleccionando y empleando adecuadamente la información oportuna, para poder dar respuesta a los retos que se nos plantean en cada momento. Así, formar a ciudadanos competentes, críticos y participativos en la era digital requiere transformaciones profundas en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Las tecnologías digitales juegan un papel clave en esta necesaria adaptación del sistema educativo a las nuevas necesidades sociales. Se trata de recursos cada vez más presentes en prácticamente todos los ámbitos de la vida. Permiten hacer nuestras actividades de manera diferente, mucho más ágil e interactiva, que con los medios tradicionales.Potencian extraordinariamente la autonomía y las capacidades de los usuarios a la hora de obtener, crear y compartir todo tipo de contenidos, y de interactuar sin las limitaciones del tiempo y la distancia.
La educación, como proceso basado en el conocimiento, la comunicación y las interacciones sociales, se ha visto radicalmente afectada por la emergencia de la cultura digital (Freire, 2009). Pese a todo, nos encontramos todavía en una fase de transición en la cual perviven muchos sistemas de enseñanza clásicos, y queda mucho camino por recorrer para aprovechar el potencial didáctico que ya nos ofrecen hoy los nuevos recursos y entornos digitales.
Una introducción llena y exitosa de la tecnología al mundo de la educación no es solo una cuestión técnica, sino que implica cambios en los objetivos de las instituciones educativas, en los roles de alumnos y docentes y en las metodologías de enseñanza y aprendizaje.