4.5. Aprendizaje centrado en el estudiante
Una ventaja evidente del aprendizaje en línea que favorece la autogestión del aprendizaje reside en la asincronicidad, que permite que los estudiantes puedan adaptar el estudio a sus ritmos vitales y profesionales, liberándose de las constricciones de los horarios y desplazamientos. Las tecnologías digitales, sin embargo, ofrecen muchas otras oportunidades para posibilitar procesos más a medida de las necesidades, intereses o los estilos de aprendizaje de los estudiantes. Estos tienen cada vez más poder para decidir qué, cómo, dónde, cuándo y con quién quieren aprender.
Las tecnologías digitales en general, y las herramientas 2.0 en particular, se caracterizan por poner en manos de los usuarios una diversidad sin precedentes de recursos para acceder a la información, elaborarla y compartirla. Por este motivo, hoy los estudiantes tienen muchas más posibilidades a la hora de gestionar sus procesos de aprendizaje, adaptándolos a la disponibilidad y los intereses que tengan en cada momento. De este modo, las nuevas herramientas posibilitan una educación cada vez más centrada en el estudiante.
En la enseñanza tradicional, así como en los primeros desarrollos de la educación en línea, los docentes suministraban unos contenidos estándar y establecían un proceso de aprendizaje más o menos común para todo el mundo. Con la generalización de las tecnologías digitales, cada vez más es el alumno quien elige las aplicaciones con las que quiere trabajar, los contenidos y las fuentes de información a los que quiere acceder, o el ritmo y el trayecto de aprendizaje que seguirá. También tiene mucha mayor libertad para ampliar información a través de fuentes y de contactos más allá del marco del curso concreto que esté siguiendo.
La autogestión del aprendizaje se concreta en la capacidad del estudiante a la hora de:
- Asumir la responsabilidad del propio aprendizaje.
- Detectar sus necesidades y establecer los objetivos que hay que lograr.
- Identificar, seleccionar y emplear los materiales y las estrategias que necesita y que más se adaptan al propio estilo de aprendizaje.
Castañeda y Adell (2013) hablan del aprendiz emancipado, que es capaz de asumir el protagonismo y el control de su propio aprendizaje y que, por eso, está en mejores condiciones para llegar a ser un ciudadano libre y responsable en el marco de la compleja sociedad actual.
La autonomía y la autogestión del estudiante no implican que el aprendizaje sea una experiencia solitaria. Por el contrario, la figura del aprendiz emancipado despliega su potencial dentro de una red de conexiones que incluyen al docente y a los compañeros de curso como interlocutores inmediatos, pero que se puede extender más allá del aula hasta alcanzar a otros agentes. La autonomía se traduce en una mayor capacidad para llegar a ser un nodo activo de esta red, que los diseños pedagógicos basados en las nuevas tecnologías tienen que saber fomentar.